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Barbacanas épicas

 

BARBACANAS ÉPICAS


 

 

 


Un rayo de espada alumbra
a la corola de “El Cerco”
y despiertan las palomas
debajo de los aleros;
las torres y las almenas
son armaduras de acero.
Silencio. Se oyen tambores.
Se alarman los caballeros
y un bramido de trompetas
relampaguea en el cielo.
Las palomas asustadas
desconciertan con su vuelo.
Se preparan los soldados,
salen corriendo a sus puestos.
Ya las aspilleras tienen
maderas y cuerdas y hierros;
almófares, los adarves;
las troneras, saeteros...
Las saetas cantan coplas
entre los llantos del viento.
Cuánta sangre habríais visto
apagando aquellos cuerpos.
Los rayos del sol, espadas
hundidas sobre los muertos,
guardan sus armas manchadas:
honor y muerte, silencio.
Mudo ha quedado el tambor,
los pendones por el suelo,
turbantes, capas y lunas...
Nadie puede con “El Cerco”,
inexpugnable fortín
de fantasías y ensueño.




Los cristianos se retiran,
con su mirada en el cielo:
Virgen de Jerusalén,
defenderemos tu reino
con sangre , sudor y lágrimas.
Este es nuestro pacto eterno,
puesto que tú nos proteges
y nos libras del infierno”.

Las palomas de la torre
encandilan con sus versos
y el viento arrastra una nube
con sus caballos ligeros.


Cuando contempléis sus muros,
no olvidéis a sus guerreros,
gente que amó nuestra tierra
y la defendió con celo.