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 Más allá de la historia... el Cerco inspira

 

 

Más allá de los datos y de los conocimientos artísticos del visitante están las sensaciones: silueta espectacular, nostalgia del pasado medieval más específico, recogimiento, disfrute… Es especial por su singularidad, ya que rara vez puede encontrarse un turista con un recinto amurallado de estas características (he visto uno en Italia muy similar y con todo el perímetro bien conservado, abierto sólo por sus portales en el mismo sentido que los de San Miguel –norte del Cerco- y Remahua (sur), pero sólo he visto este).

 

Como decía, de detalles y emociones, se puede hablar mucho porque las cosas nos agradan por cuanto nos sorprenden para recrear nuestra alma: construcción con piedra de sillería, torreones almenados abiertos hacia su interior, la envergadura de la iglesia fortaleza de San Saturnino, los restos del castillo del Rey, las vistas que permiten disfrutar al viajero (desde la sierra Andia pasando por Montejurra a la llave de la ribera, hasta el paisaje ondulado que nos sitúa por Tafalla para dar la vuelta hasta la peña de Unzué), el portal de Remahua, los aljibes, las saeteras,  las callejuelas sinuosas y la Txofeta – terraza perfecta para descansar de las inclemencias del cierzo y poder volar sobre el pueblo y el paisaje- zona sur de la iglesia.

A la gente le suele llamar la atención el hecho de que dentro del recinto haya casas y que estén habitadas por familias del pueblo.

Creo que un buen número de visitantes cuando abandona el Cerco no ha visto la cubierta de la iglesia –casi fundamental- con su paso de ronda, las mazmorras, que se encuentran en la base de la torre campanario, ni el aljibe, al que se accede por una trampilla desde  el sotocoro. Y con todo, se suelen llevar un bonito recuerdo.

El Cerco nos habla del pasado y del presente pero ha vivido sus momentos álgidos de recreación cuando se le ha dado vida, especialmente durante los rodajes de las películas a las que ha servido de escenario –sobre todo Robin y Marian- y en los últimos años –creo que doce ya- cuando el pueblo de Artajona celebra sus “Encuentros con la historia”, que han permitido que de nuevo vuelva a protagonizar mercadillos de artesanía, desfiles de caballeros, clérigos, campesinos y juglares, torneos,  teatrillos y otras actividades.

Bajar al pueblo es un bonito complemento de la visita porque lejos de defraudar reafirma la decisión de esta salida.